¿Qué es la Legionella y cómo afecta a la salud?

La Legionella es una bacteria ambiental que, aunque parezca inofensiva a primera vista, puede convertirse en un problema serio de salud pública si no se controla adecuadamente. Su nombre completo es Legionella pneumophila, y pertenece a la familia Legionellaceae. Se trata de un bacilo Gram-negativo que se encuentra de forma natural en entornos acuáticos, especialmente en aguas estancadas con temperaturas templadas entre 25 °C y 45 °C.

Esta bacteria no se transmite de persona a persona, ni por beber agua contaminada, sino por inhalación de aerosoles (pequeñas gotas de agua en suspensión en el aire) que contienen la bacteria. Esto la convierte en un enemigo silencioso y difícil de detectar a simple vista.

Cuando la Legionella logra llegar a los pulmones a través de estos aerosoles, puede causar una infección conocida como legionelosis, que se presenta en dos formas:

  • Enfermedad del legionario: una neumonía grave, con fiebre alta, tos seca, dificultad respiratoria e incluso riesgo de muerte en los casos más severos.
  • Fiebre de Pontiac: un cuadro más leve, parecido a una gripe común, que se resuelve por sí solo.

Ambas formas pueden afectar a cualquier persona, aunque los grupos de riesgo —como personas mayores, inmunodeprimidas o con enfermedades respiratorias— son los más vulnerables.

Conocer qué es la legionella es el primer paso para prevenirla. Pero tan importante como entender la bacteria es saber dónde puede crecer y cómo se transmite, algo que veremos con más detalle en el siguiente apartado.

Ambientes donde prolifera la Legionella y formas de transmisión

La Legionella pneumophila encuentra su lugar ideal de crecimiento en ambientes acuáticos artificiales donde el agua se estanca y no recibe un mantenimiento adecuado. Uno de los factores más determinantes para su desarrollo es la temperatura: prolifera principalmente entre los 20 y los 45 °C, siendo óptima su multiplicación entre los 35 y los 37 °C, justo en el rango en el que muchos sistemas de agua caliente operan habitualmente.

Además de la temperatura, hay otro factor clave que favorece la supervivencia y proliferación de la legionella: la presencia de biofilms.

¿Qué son los biofilms?

Los biofilms (o biocapas) son comunidades de microorganismos —como bacterias, hongos o algas— que se adhieren a superficies húmedas formando una especie de «capa viscosa» protectora. Se desarrollan fácilmente en el interior de tuberías, depósitos, grifos o duchas. Lo más preocupante es que los biofilms protegen a las bacterias, dificultando su eliminación mediante desinfección y facilitando su resistencia frente a tratamientos químicos y térmicos. Esto los convierte en auténticos reservorios invisibles de legionella.

Ambientes de riesgo

  • Torres de refrigeración y condensadores evaporativos
  • Sistemas de agua caliente sanitaria, como duchas, grifos o calentadores
  • Jacuzzis, spas y piscinas climatizadas
  • Fuentes ornamentales, sistemas de riego por aspersión y nebulizadores
  • Sistemas de aire acondicionado industriales, especialmente si están mal mantenidos
  • Equipos médicos de terapia respiratoria, como humidificadores o nebulizadores

Cómo se transmite

La transmisión a los seres humanos ocurre principalmente por inhalación de aerosoles contaminados. Estos se generan al utilizar duchas, abrir grifos, encender fuentes decorativas o mediante cualquier equipo que disperse agua en forma de gotas finas. En menor medida, también puede producirse por aspiración accidental de agua contaminada, sobre todo en personas con dificultades para tragar.

No se transmite entre personas ni por ingerir agua contaminada de forma habitual.

Los entornos mal mantenidos, especialmente en instalaciones como hospitales, hoteles, gimnasios y edificios públicos, representan un mayor riesgo, ya que suelen contar con sistemas hidráulicos complejos y muchas veces infrautilizados o poco revisados.

Con esta información en mente, cobra aún más importancia saber cómo prevenir la legionella, tanto a nivel doméstico como profesional. De ello hablaremos en el siguiente apartado.

Cómo prevenir la Legionella en instalaciones y viviendas

La buena noticia es que la legionella se puede controlar y prevenir si se adoptan las medidas adecuadas. La clave está en mantener en condiciones higiénico-sanitarias óptimas todos aquellos sistemas que utilizan agua y que pueden generar aerosoles.

Medidas esenciales de prevención en viviendas y lugares de trabajo

  • Control de temperatura del agua: Mantén el agua caliente sanitaria a más de 60 °C en el acumulador y por encima de 50 °C en los puntos de uso. El agua fría debe mantenerse por debajo de 20 °C para dificultar el desarrollo de la bacteria.
  • Evita el estancamiento: Haz correr el agua en todos los grifos y duchas que no se usan con frecuencia, especialmente tras ausencias prolongadas. En viviendas vacías, deja correr el agua durante unos minutos antes de usarla.
  • Limpieza y desinfección regular: Limpia y desinfecta con frecuencia los grifos, difusores y cabezales de ducha. Así eliminarás los posibles biofilms donde la legionella puede esconderse y multiplicarse.
  • Revisión y mantenimiento de sistemas de climatización: Si cuentas con aire acondicionado centralizado, fuentes decorativas o spas, asegúrate de seguir un programa de mantenimiento técnico e higiénico acorde con la normativa vigente.
  • Eliminación de sedimentos y materia orgánica: Los lodos, algas y restos orgánicos en aljibes, acumuladores y depósitos son nutrientes para la legionella. Mantén estas instalaciones limpias y bien cerradas.
  • Protección personal en tareas de limpieza: Usa guantes y mascarilla si realizas tareas de limpieza en zonas de riesgo (como torres de refrigeración o duchas en desuso), para evitar inhalar aerosoles contaminados.
  • Formación e información: Asegúrate de que todo el personal encargado del mantenimiento o limpieza esté debidamente formado y sepa cómo prevenir la legionella.
  • Actúa ante anomalías: Si detectas malos olores, agua turbia o cualquier alteración en los sistemas de agua, notifícalo de inmediato y corrige la situación cuanto antes.

Estas medidas no solo evitan la proliferación de la bacteria, sino que también minimizan los riesgos de que esta llegue a causar una infección.

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando no se toman estas precauciones o cuando una persona se expone sin saberlo a aerosoles contaminados? Es entonces cuando puede desarrollarse la legionelosis, una enfermedad que puede ser leve o, en algunos casos, muy grave. Vamos a conocerla en detalle en el siguiente apartado.

Legionelosis: síntomas, formas clínicas y grupos de riesgo

La legionelosis es el conjunto de enfermedades causadas por la infección con Legionella pneumophila. Dependiendo del estado de salud de la persona y de la cantidad de bacteria inhalada, la infección puede manifestarse de dos formas clínicas principales:

1. Enfermedad del legionario

Es la forma más grave de la legionelosis. Se trata de una neumonía aguda severa, que puede poner en riesgo la vida si no se trata adecuadamente y a tiempo.

Síntomas frecuentes:

  • Fiebre alta (a menudo superior a 39 °C)
  • Tos seca persistente
  • Dificultad respiratoria
  • Dolor muscular y malestar general
  • Cefalea intensa
  • Confusión mental en casos avanzados

La enfermedad suele aparecer entre 2 y 10 días después de la exposición, y requiere tratamiento con antibióticos específicos. La hospitalización es común, especialmente en personas mayores o con patologías previas.

2. Fiebre de Pontiac

Es una forma leve y autolimitada de la infección. Se parece mucho a una gripe y no afecta los pulmones, por lo que no se considera neumonía.

Síntomas habituales:

  • Fiebre moderada
  • Dolores musculares
  • Dolor de cabeza
  • Cansancio general
  • Malestar general sin complicaciones respiratorias

Suele aparecer entre 24 y 48 horas después del contacto con aerosoles contaminados, y remite espontáneamente sin necesidad de tratamiento médico.

Grupos de mayor riesgo

  • Personas mayores de 50 años
  • Fumadores y exfumadores
  • Pacientes con enfermedades respiratorias crónicas
  • Personas inmunodeprimidas
  • Pacientes hospitalizados o en centros sociosanitarios
  • Personas que trabajan en mantenimiento de sistemas de agua o climatización

Dado el impacto potencial de la legionelosis, la prevención no puede dejarse a la improvisación. Por eso, existe una normativa específica que regula cómo deben mantenerse las instalaciones de riesgo. En el siguiente apartado exploraremos la legislación vigente en España.

Normativa sobre Legionella en España: Real Decreto 487/2022 y RD 614/2024

La importancia de prevenir la legionella no es solo una cuestión de salud pública, sino también de cumplimiento legal. En España, la normativa que regula el control y la prevención de la legionelosis es clara, exigente y está en constante actualización, con el objetivo de adaptarse a los avances técnicos y científicos.

Real Decreto 487/2022: el marco actual

Este decreto, en vigor desde junio de 2022, establece los requisitos sanitarios para la prevención y el control de la legionelosis en todas aquellas instalaciones que utilicen agua y puedan generar aerosoles.

Obligaciones clave del RD 487/2022:

  • Implantación de Planes de Prevención y Control de Legionella (PPCL)
  • Mantenimiento de temperaturas seguras del agua (caliente > 60 °C y fría < 20 °C)
  • Limpieza y desinfección periódica de sistemas de agua
  • Eliminación de zonas con agua estancada
  • Toma de muestras por entidades acreditadas
  • Registro documental detallado

RD 614/2024: nuevas responsabilidades y plazos

El Real Decreto 614/2024 ha reforzado la normativa anterior con tres grandes novedades:

  1. Definición ampliada de “titular de la instalación”
  2. Obligación de actualización continua de los planes de control
  3. Fecha límite de acreditación: hasta el 1 de enero de 2030

Ámbito de aplicación

Afecta a hospitales, hoteles, gimnasios, sistemas de climatización, torres de refrigeración, fuentes, spas, piscinas climatizadas, etc. Quedan excluidas las viviendas particulares, salvo que puedan afectar al ambiente exterior.

La legionella no es una amenaza lejana ni exclusiva de instalaciones industriales; es una bacteria ambiental que puede estar presente en sistemas tan cotidianos como una ducha, una fuente decorativa o el aire acondicionado de un gimnasio. Entender qué es, cómo actúa y dónde prolifera, nos ayuda a dimensionar su riesgo real y, sobre todo, a tomar medidas eficaces para evitarla.

Como hemos visto, la prevención es la mejor arma: desde mantener las temperaturas del agua bajo control, evitar el estancamiento y limpiar periódicamente los sistemas, hasta formar adecuadamente a quienes realizan tareas de mantenimiento. Estas buenas prácticas son esenciales tanto en el hogar como en empresas o instalaciones públicas.

Conocer los síntomas de la legionelosis, identificar a los grupos más vulnerables y actuar rápidamente ante cualquier sospecha puede marcar la diferencia entre una infección leve y un cuadro clínico grave.

Y por supuesto, cumplir con la normativa vigente es una responsabilidad legal y ética. Los nuevos decretos refuerzan este compromiso, y ofrecen una hoja de ruta clara para garantizar la seguridad en todas las instalaciones de riesgo.

En definitiva, la legionella se puede prevenir. Solo hace falta conocimiento, compromiso y aplicar lo aprendido. Porque en temas de salud pública, la prevención no es una opción… es una obligación.